El Conjunto Monumental de la Plaza de la Iglesia y Fuente del Concejo

El fenómeno urbano en la Sierra de Aracena no puede separarse del proceso de Reconquista y posterior Repoblación. La línea de frontera, en continuo movimiento, provoca durante los Siglos XV y XVI realidades distintas entre las zonas Este y Oeste. Estas circunstancias harán, en suma, que las murallas y castillos continúen siendo un elemento principal en la configuración de la Villa hasta mediados del Siglo XVII.

Bajo el reinado de Carlos V se establecen diversas reglas sobre la ordenación del viario urbano en torno a uno o varios ejes radiales. Este ideal se hizo más acusado con las ordenanzas de Felipe II, más detallistas en sus normas referidas a las Plazas Mayores, en las que se precisaban sus formas y dimensiones adecuadas al número de vecinos y a propósito para las fiestas. Por último, se estipulaba que en todo el contorno de la Plaza hubiese portales para los tratantes que solían concurrir.

La pacificación de la Comarca Serrana no tardó, sin embargo, en redundar en una prosperidad en algunas Villas que ya desde tiempo atrás venían ofreciendo signos de una gran actividad mercantil.

A sombra de un pujante mercado ganadero y una no menos riqueza forestal, el término de Zufre, estaba repartido entre las tierras realengas y la de la Vicaría. Fronteras entre ambas fue el llamado Arroyo del Rey. Fruto de este auge económico fue la realización de una Plaza Mayor, donde el espacio cobraría por primera vez en la población tanta importancia como los edificios que la circundan. Las múltiples actividades que acogían comercio, festejos taurinos, autos de fe, teatros, juicios…tendrían como telón de fondo los muros de la Fábrica Parroquial y los del Edificio Concejil.

A partir de 1545, la pequeña Iglesia Gótica-Mudéjar, debido al incremento del número de vecinos, sufre un continuo proceso de transformación, hasta desembocar en un bello edificio simbiosis de los estilos góticos y renacentista. El maestro albañil Francisco Martín, hacia 1546, transforma la primitiva Sacristía en panteón familiar de Catalina Martín y su marido, Gonzalo López. A continuación y en años sucesivos, las obras se extendieron a toda la Fábrica. En 1563, la Capilla Mayor debió estar terminada, y a su conclusión ayudó, sin duda, el legado testamentario del Vicario Antón Alonso García en 1572.

La nave principal del templo debió estar concluida en 1568, si hacemos caso de las fechas insertas en unas tarjas renacentistas de las bóvedas.

El proyecto del edificio parroquial ha sido atribuido al arquitecto Hernán Ruiz II, aunque lo cierto es que en su construcción participó el maestro mayor de obras, oriundo de la Villa, José de Ribera y tras su muerte las prosigue su hijo Bartolomé.

Frente al edificio parroquial se levanta el concejil. El Concejo no tenía edificio propio en sus comienzos; se reunía en las dependencias parroquiales, pórticos, etc. Los Reyes Católicos apremian a las Villas a su construcción a partir de 1480. Anterior al actual hubo otro, del cual sólo nos han llegado escasas referencias. Pese a sus rasgos de originalidad, el Concejo de Zufre no será una innovación aislada. Su tipología cabe considerarla como una evolución de los concejos castellanos, donde el espacio asoportalado es el modelo más claro e inmediato. Se construye como pósito, cárcel y sala de reuniones del concejo: el pósito en la planta alta, la cárcel en las dependencias ocupadas actualmente por el archivo y el concejo en la planta baja, donde se ubican dos sillones pétreos, representación del poder civil frente al eclesiástico. Una portada adintelada, coronada por el escudo de los Austrias, da entrada a la estancia.

Al igual que la Fábrica Parroquial, su proyección ha sido atribuida a Hernán Ruiz II, aunque no hay referencia ni sobre este arquitecto ni otros. La única conservada proviene de una inscripción desaparecida en 1.935 y que sitúa su inauguración en 1.570.

En el ángulo derecho de la fachada asoportalada del edificio se sitúa la fuente principal de la población. En consonancia con ésta, está realizada en grandes sillares de piedra, y sólo el añadido de una caratula marmórea con cabeza de león, como máscara del manantial, es el único elemento de innovación.

El agua vierte de la boca a una pequeña pila acondicionada para llenar cántaros y de aquí pasa al gran pilón ubicado en un nivel inferior y que ocupa toda el ala del edificio. La sobrante vierte por dos conducciones a los huertos. La instalación se basaba en sus orígenes en una tosca canalización que conducía el agua desde el manantial de la sierra y ha sido remozada en varias ocasiones durante este siglo, siendo una de las más significativas la que tuvo lugar en 1.915.

El proyecto del Edificio Concejil de Zufre y su fuente cobra especial importancia por varios motivos, la temprana fecha en que se acometió, la adopción de una nueva estructura urbana y la definición de tipologías de saneamiento y acondicionamiento público.

Documentalmente son varias las referencias a ella durante el Siglo XVI, algunas no hacen sino matizar su uso como abrevadero y lavadero; la de Mal de Lara de 1.570 es la más significativa.

Como manantial principal para repartir el riego entre los huertos que caen bajo la Iglesia, fueron muy numerosas las lievas que lo hicieron posible. La más significativa baja a la Calleja de Santa Zita desde la Calle La Fuente y discurría a ambos lados del acerado. Los turnos de riego se realizaban por hora de tiempo, tal como refleja un revelador pleito de 1.691 y que evidencia una normativa muy primitiva la respecto.

Desde hace unos años a la fuente se la conoce como Fuente del Concejo y se encuentra en buen estado de conservación, fruto de la restauración que sufrió el Ayuntamiento en 1.985, y en la que en el rellano de la escalera que está junto a la misma apareció un Ara Funeraria romana y un fuste de columna datados entre los Siglos II-III D.C., y que evidencia una ocupación ininterrumpida de esta terraza natural.

Podemos afirmar, sin duda, que en la Plaza de la Iglesia de Zufre estamos ante una organización urbanística programada, no sólo fruto de la casuística.